Gracia sobre Gracia
Ese día me desperté triste y dolido. Era la cuarta semana desde que tuve este dolor en el corazón. Recuerdo que me aconsejaron a sólo ir y chequear con el doctor sobre mi corazón. «Es tu corazón» me dijo una amiga que también era enfermera. «Le duele el corazón cuando comienza a trabajar», le dijeron.
Estábamos ayudando a esta familia a construir su casa. Habíamos oído que no tienen un lugar donde dormir y que su casa había sido casi destruida por la lluvia. Después de 10 horas conduciendo mi auto, yo y un grupo de buenos amigos, hermanos y hermanas en Cristo, finalmente llegamos a West Virginia.
Ese día me desperté triste y dolido. Era la cuarta semana desde que tuve este dolor en el corazón. Recuerdo que me aconsejaron a sólo ir y chequear con el doctor sobre mi corazón. «Es tu corazón» me dijo una amiga que también era enfermera. «Le duele el corazón cuando comienza a trabajar», le dijeron.
Estábamos ayudando a esta familia a construir su casa. Habíamos oído que no tienen un lugar donde dormir y que su casa había sido casi destruida por la lluvia. Después de 10 horas conduciendo mi auto, yo y un grupo de buenos amigos, hermanos y hermanas en Cristo, finalmente llegamos a West Virginia.
No sabía mucho que hacer en el primer día, pero poco a poco me sentí más cómodo ayudando a mis amigos en todo lo que pude. No sabía nada de construcción, pero me di cuenta de que si yo sólo estoy abierto a hacer cualquier cosa y si me mantengo atento, siempre podría encontrar algo para ayudar.
Fue sorprendente que, hasta me emocioné mucho con la construcción. Al ver a muchas personas de todas las edades, de todos los colores, haciendo cualquier cosa y de todo para construir esta casa. Nos ayudábamos unos a otros para ayudar a esta familia. A veces, incluso yo tomaba la iniciativa para ayudar cuando me sentía más cómodo.
Pasaba que cuando empezaba a trabajar más duro, tenía que parar a cada momento para descansar, porque mi corazón me comenzaba a doler. «No es un gran problema», le dije a Bonny, mi esposa cuando ella vino a verme por un rato. Ella, después de escucharme, fue a buscar ayuda porque creía que mi corazón podría estar en problemas. Así es como esta amiga enfermera me aconsejó ir al doctor.
Así es como descubrí que mi corazón estaba en problemas. «Tengo que darte descanso total», me dijo el doctor, y todo mi mundo se vino abajo. «Algo en tu corazón está saliendo anormal y tengo que programarte una cita urgente para hoy. Si te niegas a ir, voy a tener que llamar a la ambulancia para que te lleven a la fuerza.» «Es tu corazón», me dijo, con su voz grave y temblé.
Mientras iba manejando a esta cita de emergencia tenía miedo. Estaba manejando y rogando por mi vida. Pensaba que podría tener un ataque al corazón en cualquier momento y comencé a orar. «Por favor, Dios, dame más días.» Mientras manejaba, miraba los árboles, el cielo, las nubes y el panorama que tenía en frente de mí. Me comenzaba a despedir. «Pensar que en cualquier momento podría no ver ya esto. Recordé que siempre hablaba con mi familia sobre el otro lado de esta vida, pero nunca pensé que podría ser yo el siguiente para ir allí. «¡Todavía no, Dios!» clamé.
Bueno, después de la cita con el especialista, me citaron para una prueba nuclear al corazón. Esa palabra «prueba nuclear» me dio un susto de muerte, y mientras esperaba tres semanas para la prueba y tres semanas más para los resultados, esperaba no tener un ataque al corazón en cualquier momento.
Esos días no eran de ningún modo buenos, en lo absoluto. He bregado y he luchado con muchas cosas en mi vida, pero nunca pensé que voy a tener a la muerte como mi contrincante.
Ese día específico fue el más difícil de todos. Esa mañana mi alma estaba sufriendo mucho. Era un dolor profundo en mi ser. Nunca había experimentado esto antes. Me dolía el alma. Era un dolor profundo, quizás en mi espíritu. Había hecho muchas cosas malas en mi vida. Nunca me hice cargo de mi forma de comer y nunca oí ningún consejo de mi esposa acerca de comer sano. Jamás me interesó el cuidado de mi cuerpo y de trabajar tantas horas pensando que soy superman. Eso era lo que Bonny me solía decir.
Sentía una pena profunda en el alma. «Esto es todo», pensé. «Estoy acabado.» «Tanto luchar para terminar así, me lamentaba una y otra vez. Lamentaba mis malas decisiones. Ahora era demasiado tarde para revertirlas. Pero, si pudieras, tal vez, si pudieras, tal vez, Dios, si pudieras darme otra oportunidad para arreglar esto.»
Mientras conducía mi camión empecé a orar. No fue una oración de todos los días. Era una oración desde el fondo de mi alma. Lloraba mi alma y decía: «Perdóname Señor, por favor.» «Lo siento mucho.» «Lo siento mucho.» No tenía palabras para expresar cuánto lo sentía, pero podía sentir en el fondo de mi alma el dolor y la pena. «Lo siento, Lo siento,» seguía orando. Dejar a Bonny y a mi chiquito me martirizaba. ¿Qué harían ellos sin mí? pensaba.
No estaba llorando, pero estaba muy triste. Recuerdo que le dije a Dios: «¿Me podrías decir algo en este momento?» Recordaba que algunas veces Dios me había dado una palabra específica para un momento determinado y pensé que quizás sí me podía dar algo ahora. Estaba conduciendo en la ruta 287 Sur mientras clamaba por mi vida. El tráfico estaba pesado ese día y una línea de camiones y trailers estaban al frente de mí. Quería escuchar algo de Dios, pero no estaba seguro de que Él me podría decir algo a mí en ese momento.
Mientras yo seguía conduciendo en mi carril derecho de la ruta 287 S, miraba el panorama y veía este camión que estaba delante de mí . Yo seguía conduciendo con la mirada en el infinito como queriendo escuchar algo de algún lugar. De pronto, este camión que estaba delante de mí se movió al carril izquierdo para adelantar. Yo seguía mirando al infinito y entonces pude ver al trailer que estaba al frente de ese camión antes, y que ahora estaba al frente de mí. Era un trailer que tenía un tanque de color gris en la parte posterior.
Tenía casi la mirada perdida cuando este camión se movió al carril izquierdo pero pude distinguir en la parte posterior de este trailer unas letras grandes y en letras mayúsculas que decía: G R A C I A.
No sabía qué pensar cuando leí esto. Fue un momento en blanco supongo, pero después de eso pensé que tal vez Dios me estaba tratando de decir algo. «¿Me estás hablando, Dios?» pregunté sorprendido. «¿Estás diciéndome que, todavía vas a tener gracia conmigo? ¿Me estás tratando de decir que a pesar de mis malas decisiones todo va a estar bien conmigo?» Y empecé a llorar, llorar y llorar. Lloraba con un corazón quebrantado. Me agarré fuerte de esa palabra lo más que pude. Quería creer que todo iba a estar bien.
Mientras daba gracias a Dios por su misericordia, de repente sentí una paz inefable e infinita en mi corazón. El dolor en mi alma desapareció. Me sentí bien. Estaba disfrutando de la paz que Dios me dio en ese momento. De alguna manera supe que todo iba a estar bien.
Más tarde, alguien oró por mí, mientras me contaba su experiencia y me decía cómo Dios preservó su vida para su gloria. «El mismo médico que cuidó de mí, oró también para mi hermano Abel» oró.
Me sentí seguro. Me sentí bien. Estaba agradecido.
No había palabras para describir mis sentimientos. El monstruo de la muerte ya no estaba allí, había desaparecido, una vez más entregué mi vida a Dios y le prometí servir toda mi vida en todo lo que pueda.
Unas semanas más adelante todos los resultados salieron bien. «Tu corazón está bien» me dijo el doctor, «Sólo que te preocupas mucho» me dijo, «Eso es natural a tu edad» agregó.
Fue hace mucho tiempo que esto me sucedió.
Yo solo quería ponerlo en palabras, como testimonio de que tengo un Dios bueno.
Gracias por leer.